La sala viguesa decidió hacer videollamadas a los acusados debido a los fallos generados por el sistema de multiconferencias Cisco en anteriores juicios. Por tal motivo, la ujier telefoneó a cada acusado y le pasó el terminal a una magistrada y esta enfocó al presidente de la sala para que hablase por videollamada con el acusado y le informase de los términos del acuerdo con la Fiscalía. El juez explicó al público que habían decidido usar videollamadas porque la imagen y el sonido es más nítido que las multiconferencias.

La vista por conformidad se celebró en la quinta sección de la Audiencia de Pontevedra, con sede Vigo.Tres implicados aceptaron dos años de cárcel por un delito único y refundido de inmigración clandestina con ánimo de lucro, trata de seres humanos con fines de explotacion sexual y servidumbre con abuso de vulnerabilidad y una falsedad documental. Una de las implicadas tendrá que abonar 2.500 euros de indemnización. Otros dos acusados fueron declarados cómplices de un delito de inmigración ilegal y aceptaron pagar multas de 180 euros y 240, respectivamente. A una de las acusadas le devolverán el pasaporte y no habrá expulsión del país para ninguno. La Fiscalía les benefició con una atenuante de dilaciones indebidas de la Justicia porque los hechos tardaron 9 años en juzgarse.

Los ingresos en prisión han sido suspendidos a condición de que los ahora condenados no vuelvan a delinquir y paguen sus multas o la responsabilidad civil. La acusación popular fue ejercida por Faraxa, una asociación gallega que ayuda a las mujeres prostituidas.Los hechos se remontan al 2012. Los implicados reclutaban mujeres en Nigeria y les ofrecían viajar a España. Para ello debían someterse a una ceremonia de vudú y un brujo les cogía pelos y uñas para someterlas a su poder y las amenazaba con maleficios si no pagaban la deuda del viaje, que estaba inflada y ascendía a 50.000 euros. Una vez en España, debían prostituirse en O Berbés para abonar su deuda, aunque algunas fueron liberadas antes de hacer servicios sexuales.

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